Cuando vuelve el buen tiempo, brilla el sol, los prados están verdes y las plantas revientan de flores, el cuerpo me pide hacer este recorrido. Al menos es lo que parece. Porque después de corretear arriba y abajo por los cañones del Manzanares, he comprobado que justo hace un año hice la misma excursión.
Un recorrido que ya he dejado para hacer de tarde en tarde. Y que cada año que pasa lo corro más lento y terminó en peores condiciones. Un recorrido que me sirve así para comprobar que el tiempo no pasa en balde.
Aunque también es cierto que desde hace unos cuantos meses he cambiado del todo mi rutina a la hora de correr. Ya no salgo cada dos o tres días para trotar 20 o 30 kilómetros. Ahora, aunque suelo correr cada mañana, lo cierto es que es raro que corra más de una hora seguida.
Y así, cuando de pronto lo pido al cuerpo que aguante un rompepiernas medianamente largo, la cosa se pone fea. Y termino arrastrándome de mala manera.
Una pena, porque el recorrido es realmente interesante. Al menos la mitad, la que acompaña al Manzanares en su paso por la falla que viene desde Torrelodones y que obliga al río a encajonarse.
Los senderillos de esta zona de cañones pequeños son un continuo sube y baja. Desde los puntos más altos, en los que disfrutar de las vistas, hasta las orillas mismas del Manzanares.
Un recorrido perfecto para hacer con calma en esta época del año, en la que todavía no hace falta llevar agua. Para admirar las praderas de hierba nueva repletas de la flores. Y para agradecer los rayos del sol primaveral.
2h 58 min
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