Estos dos últimos días hemos tenido una gota fría encima de nuestras cabezas. Rezumando tormentas explosivas de vez en cuando. Pero justo antes de que cayeran las primeras lluvias pude hacer una salida matutina en compañía canina.
Una salida corta, ya que a pesar de tener cuatro patas, mi compañera no aguanta mucho más de una hora. Y además, a pesar de que el cielo nublado presagiaba lo que luego llovería, todavía hacía demasiado calor como para correr con abrigo (en verano hay que tener cuidado con los perros porque les puede dar un golpe de calor).
Justo al poco de terminar, empezó a caer la primera tormenta. Una gota fría que nos ha estado afectando en pleno julio. Algo raro, pero siempre mejor que la olas de calor de hace un par de semanas.
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