miércoles, 13 de noviembre de 2019

Airearse

Cada cultura tiene sus propios conceptos, ideas y costumbres particulares. Y entre todo lo ajeno de cada una de ellas siempre suele haber algo que debería darnos envidia. Pueden ser cosas fundamentales, como la forma de tratar a los demás, o pequeñas curiosidades. Últimamente se ha puesto de moda encontrar hábitos o formas de pensar definidos por una palabra para importarlas a nuestra vida cotidiana.

Desde el hygge danés, que nos llena de calor y felicidad durante un rato, hasta el shinrin-yoku japonés, que nos sumerge en los bosques para salir de ellos absolutamente relajados. son conceptos llenos de sabiduría popular, que podemos hacer nuestros adaptando las formas y quedándonos con lo fundamental.

Lo último que he visto es una referencia al uitwaaien holandés, y a la costumbre que tienen por esos países (bajos) de pasar un rato paseando, corriendo o montando en bici al aire libre cuando sopla el viento. Aunque, en este caso, la costumbre es compartida por todas las madres españolas (al menos) que animan a sus hijos a salir un rato "para que les dé un poco el aire".

Porque de eso mismo se trata, de que el viento se lleve los nubarrones de nuestras cabezas saliendo a la calle. Da igual si llueve o hace sol, con frío o calor, lo suyo es levantarnos del sofá y limpiar nuestro ánimo aireándonos un poco.

Porque si ya deberíamos tener claro que hay que mover el culo cada día, al menos un poco, lo mejor es hacerlo al aire libre. Mejor todavía por en medio de un bosque. Y si al final del recorrido nos espera un momento de relajación (aunque sólo sea una ducha caliente), ya podemos graduarnos en antropología comparada.


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