Nos alegramos cuando llega, porque suele hacer mucha falta. Y a veces disfrutamos un poquito de ese punto de melancolía que tiene, sobre viéndola caer a través de la ventana, con una manta y un libro. Pero lo cierto es que la lluvia es un rollo.
No me refiero a las tormentas de primavera o verano, que pasan rápido refrescando el ambiente y despertando ese olor maravilloso a tierra mojada. Estoy hablando de la lluvia fría que a veces se instala con nosotros durante días o semanas en otoño e invierno.
Siempre pienso lo mismo: cómo debe ser el tener que vivir todo el tiempo con cielos plomizos y lluvia constante. Porque el norte es maravilloso, pero todo ese verde no se pinta sólo.
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