El cambio de hora me ha devuelto el sol por la mañana. Al menos hasta que el invierno vaya retrasando de nuevo el amanecer. Así que he podido ver el paisaje esta semana desde el primer paso.
Un paisaje que ha cambia mucho de un día para otro en esta época del año. Porque en otoño el cielo puede pasar de estar cubierto de nubes negras a brillar con un color azul eléctrico en cuestión de horas.
Y además, por fin las hojas de los árboles están cambiando ya de color, lo que añade novedad a nuestras salidas cotidianas. Y lo cierto es que se agradecen estos cambios estacionales, ya que últimamente mis recorridos discurren por las mismas zonas día tras día. Aunque como dijo Igor podría ser peor, podría llover.
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