Una salida otoñal por el valle del Peregrinos, subiendo hasta el mirador que domina el paisaje, y que permite ver cómo termina la plana madrileña a los pies de los montes de Toledo.
Un buen recorrido para uno de esos días perfectos para correr, con una temperatura constante en torno a los quince grados y los cielos nublados para dar más dramatismo al paisaje. Y con el campo empezando a pintarse ya con los colores del otoño.
Porque luego, en invierno, disfrutaremos de esos días fríos y limpios, con el suelo crujiendo con nuestras pisadas. Pero faltará color. Y es que el paisaje sólo explota ante nuestros ojos dos veces al año.
Con este día y siendo fin de semana los senderos rebosaban de caminantes, más numerosos de largo en esta ocasión que los ciclistas con los que me suelo cruzar. En solitario o familias al completo, todos sabemos que tenemos que aprovechar ahora estos momentos antes de que se eche encima el mal tiempo.
2h 23 min
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