Después de Machado, poco más hay que decir de los caminos como metáforas de la vida. Elegir entre la comodidad de vías ya trazadas o perdernos en la incertidumbre de nuestros propios horizontes. Y el caso es que los senderos nos retratan también a los que nos gusta correr por el monte.
Algunos siguen todos los días el mismo recorrido, pisando sus propias huellas con esa seguridad que aportan las rutinas. Otros preferimos tomar senderos nuevos, o abrirlos mientras tiramos monte a través. Descubrir paisajes y perdernos en sentido literal y figurado.
Correr por el medio del campo es difícil, a veces imposible. Lo habitual es terminar lleno de arañazos y volver a buscar el camino al cabo de un rato. Pero en esos momentos, en los que creamos a cada paso la senda a seguir, se esconde la semilla de la aventura.Y los arañazos se convierten durante unos días en orgullosas cicatrices de lo que vivimos.
1h 35 min
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