Llevaba ya tiempo sin poder disfrutar de verdad cuando trotaba por el monte. Después de pasar por una fase de negación (esto seguro que se pasa en un par de días) y por otra de negociación (vale, a lo mejor si cambio los recorridos la cosa mejora) lo cierto es que ya he llegado a esa fase de aceptación de la verdad en la que por fin puedo descansar tranquilo.
Por lo menos en sentido figurado, ya que sigo terminando dolorido después de cada salida. La aceptación de que mi estado de forma lamentable no es pasajero me ha llevado, por fin, a comenzar a correr con ese abandono del que sabe que no tiene ya nada que perder.
El calor y el cansancio regulan la inapreciable velocidad de mis pasos. Y digo inapreciable porque hay que fijarse durante un rato para discernir si estoy corriendo o andando. Así que a ritmo lento, o muy lento, disfruto ahora del campo y del paisaje, aunque esté todo reseco. No hay nada mejor como terminar aceptando lo que realmente somos.
Como te entiendo, desde que dieron permiso para salir a realizar actividades deportivas tras el confinamiento, acumulo tantos kilometros como dolores y los ritmos están lejos de enero o febrero.
ResponderEliminarAsí que toca aceptar, descansar y pedalear hasta que mis periostios decidan que ya no quieren ocasionarme dolor. No era rápido antes no lo 8ba a ser ahora 😀😀
Los corredores cargados de experiencia siempre dicen que lo más importante es saber escuchar a nuestro cuerpo. Parece la típica frase de internet, una cosa de perogrullo. Pero que difícil es aprender a hacerlo!
EliminarMucho ánimo. Y recuerda que la velocidad está sobrevalorada 😀
No, si escuchar le escuchamos... pero no le hacemos ni caso!!
EliminarSiempre he sido de correr a 5:40, a veces un poco mas deprisa, a veces mucho mas lento, pero siempre he primado disfrutar del camino y saber por donde he pasado.
Los lentos salvaremos el mundo! xD
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