A veces los astros se alinean y te permiten combinar una actividad cualquiera con trotar un poco por el monte. Y esta vez, he podido aprovechar para realizar uno de esos recorridos que nos conocemos de memoria, pero que por lo que sea llevamos tiempo sin hacer.
Es un poco como reencontrarse con viejos amigos. Sabiendo de antemano lo que nos vamos a encontrar, pero reconociendo las arrugas y los cambios que han ido marcando el paso de los días mientras no estábamos delante.
Aunque a decir verdad, pocos cambios he notado. Quizás porque el camino siempre ha sido ancho y bien trazado. Porque la presa que se derrumbó hace siglos no se ha seguido cayendo desde entonces. Y porque al ser una zona alejada del mundanal ruido tampoco ha tenido demasiado trasiego durante la pandemia.
Tan sólo he visto algún senderillo más abierto que antes, y me he cruzado con más corredores de lo normal (dos o tres, ya que lo normal es cero). Pero quizás eso se haya debido a que por aquí solía trotar entre semana al amanecer, y hoy lo he hecho entrada la mañana de un domingo.
El resultado ha sido una salida muy agradable, aunque he terminado cansado y recortando un poco al final para llegar a tiempo. Ganando unos minutos al cruzar las vías del tren, con muy poco tráfico teniendo en cuenta que era festivo.
1h 47 min
No hay comentarios :
Publicar un comentario