Ha llovido un poco este fin de semana. Y además a la gallega, todo el día pero suavemente. No es que haya caído demasiada agua, pero al menos se ha roto la racha, lo que se agradece en este invierno de secano.
La humedad ha dejado el campo más blando y fragante. Con tantos olores sutiles y delicados mi compañera de correrías ya no sabe a dónde ir, así que corretea como loca tratando de aspirarlo todo por la nariz. Yo mientras tanto me conformo con disfrutarlo a un ritmo más pausado.
Anuncian nuevas tormentas para el final de la semana, y una pequeña ola de frío, que a esto parece que ha quedado reducida la estación. No nos quejaremos, aunque nos cueste más salir a trotar cuando todavía es casi de noche, porque tal y como está la cosa bienvenidas sean la lluvia y el viento del norte.
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