Salir a correr esta semana ha sido difícil. No ha hecho frío, ni viento, ni ha llovido. No he estado cansado, ni en baja forma. Pero me ha faltado luz. No me importa salir a correr de noche, pero no disfruto cuando la oscuridad me rodea al regresar a casa después de trotar durante una hora.
Porque el mejor momento del día es el alba; creo que lo he mencionado alguna vez. Sin embargo, en estos momentos antes del cambio de hora de invierno, la diosa Aurora duerme demasiado por las mañanas.
Así que termina dándome igual por donde ir a correr. Todos los caminos y senderos se convierten en uno cuando lo único que vemos es el círculo blanco del frontal. Menos mal que ya recuperamos otra vez la luz tempranera. Al menos hasta que llegue el solsticio.
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