Estos días, cuando salgo a trotar antes de que amanezca, me estoy cruzando con muchos corredores. Como yo, van por los senderos sin preocuparse por la velocidad. Es la mejor época del año para verles, y no porque estén preparando una maratón precisamente. Son pequeños sapillos de la especie Epidalea calamita (o Bufo calamita, según otras versiones).
En su nombre latino se esconde una referencia a las cañas que bordean las pequeñas charcas en las que desovan. Su nombre en castellano se fija sin embargo más en la peculiaridad de que han sustituido los saltos por pequeñas carreritas: son sapos corredores.
A finales del invierno se les puede escuchar cantando a coro desde la distancia. Pero es en esta época cuando más los veo por el monte, quizás porque coincidimos en el horario nocturno de nuestras correrías. Y lo cierto es que siempre es un placer correr en compañía.
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