Con los senderos pasa un poco como con los amigos. A veces dejamos de verlos durante mucho tiempo, pero luego la alegría es mayor cuando nos reencontramos con ellos. Así, disfrutamos de nuevo caminos que hicimos nuestros en su momento a fuerza de trotarlos de arriba a abajo, pero que luego el azar los alejó de nuestras rutinas.
Por mucho que corra ahora casi siempre por los montes de Hoyo, hay sitios que antes me eran más habituales que ahora. Recorridos en los que, cuando vuelvo a hacerlos, me fijo sobre todo en los cambios que el tiempo ha ido dejando en ellos.
Y es una alegría redescubrir paisajes, recodos y vistas especiales en cada uno de ellos. Haciendo las mismas fotos que hice tantas veces en el pasado, pero que ahora adquieren una sentido diferente. No es la belleza lo que reflejan, sino el reencuentro.
Desde lo alto de la Sierra de Hoyo se puede ver la de Guadarrama al norte, y los montes de Toledo y de Gredos al sur. Pero a veces, lo importante está bajo nuestros pies y se nos queda la vista cerca. Conversando al trote con viejos amigos.
2h 19 min
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