Por fin llegaron las lluvias de verdad. En una semana el campo se ha vuelto a esponjar con toda el agua que ha caído, y han vuelto ha crearse charcos en los caminos. La humedad nos ha envuelto por arriba, por abajo y por en medio, con nieblas cerradas que a veces nos hacían desconfiar de que fuera de día.
Correr de noche, chapoteando y en medio de la niebla es una sensación curiosa. Había ocasiones en las que la luz del frontal rebotaba en miles de gotitas que me abrazaban, impidiéndome ver nada. Lo que me ha permitido descubrir que, cuando la niebla es muy cerrada, es mucho más efectivo llevar el frontal en la mano que en la cabeza.
Por lo demás, entre el agua y la oscuridad tampoco he disfrutado mucho del paisaje. Pero he descubierto ya las dos primeras flores de jara. Y además me he fijado en que no han florecido primero las mismas que lo hicieron el año pasado. Si es así, la primera floración de estas plantas no dependería de la variación genética de cada una de ellas, sino que posiblemente sea por las condiciones variables de microclima (o por otra razón de la que no tengo ni idea).
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