Hay veces que sales ya cansado de casa. Carreras en las que las piernas
pesan y tardas en encontrar un ritmo cómodo. Hoy ha sido una de esas ocasiones.
He corrido de noche la primera hora. Sin frío y con un paso lento. A la
luz del frontal, los enebros resplandecían en la oscuridad. Deben tener algo en
las hojas que, cuando están mojadas, les hace que reflejen la luz. Con ese
efecto parecían los típicos árboles de Navidad con efecto nevada del todo a
cien.
Hasta la subida larga de las Cascadas (la del arroyo Peregrinos) no he encontrado
un ritmo regular. Normalmente tardo una media hora en acompasar la respiración
con el movimiento. Hoy me ha llevado una hora larga.
Cuando ha empezado a haber luz suficiente, he parado para hacer unas
fotos. El resultado es lamentable. Con poca luz, que es la más bonita, salen
borrosas (necesitaría un trípode). Y cuando el sol ya ha salido, se desvanece
bastante la magia.
En la parte alta del recorrido, la vista era preciosa, con las montañas
iluminadas sobre el fondo de los valles ocultos por la niebla. Un amanecer
magnífico (aunque luego el día se ha terminado nublado del todo).
No he comido nada por el camino porque me he metido un desayuno de
campeón antes de salir (aunque llevaba una barrita). Tampoco he bebido demasiado.
Con esta temperatura no se pierde mucho líquido, por lo que se puede correr más
tiempo con menos agua.
Al final, con las piernas cansadas pero sin dolores ni tendones
cantarines, he terminado con mucho más tiempo que en mis mejores días. La
sensación del viernes pasado, de que estaba recuperando ya la forma, se ha
debido quedar en casa durmiendo calentita.
En resumen:
- Cansancio y forma lamentable en un recorrido que ni es demasiado largo ni muy técnico.
- Creo que mi mejor temperatura para correr está entre 10 y 15 grados. Aunque hoy con cinco y sin viento no se estaba mal.
- Sigo disfrutando del placer de mis dedos tostándose dentro los guantes.
20,45 Km (12,71 millas)
431 m
2h 18 min (8,89 Km/h)