La semana de vacaciones terminó con una mañana soleada. Y había que aprovecharla teniendo en cuenta que el tiempo se nos iba a estropear. Así que, como las cabras, tiré para el monte.
El día tenía los colores subidos. El cielo con ese azul que sólo tienen los días de primavera, limpios y con viento. La hierba con un verde húmedo y brillante. Y las nubes que colgaban en el horizonte parecían pintadas por un niño.
Además, ya están saliendo las pocas flores que faltaban: gamones, campanillas y orquídeas varias. De estas últimas, por aquí primero salen los satiriones (Orchis morio) y un poco más tarde otra especie un poco más desaliñada (Orchis champagneuxii).
Por el camino también fui viendo muchas mariposillas pequeñas con las alas de color crema y con las puntas anaranjadas. Son las llamadas banderitas españolas (Anthocharis euphenoides). Como a sus orugas les gustan las crucíferas, pueden disfrutar ahora de jaramagos y similares que crecen ya en medio de los campos.
Total, que con el día que hacía (y siendo domingo) no es de extrañar que me cruzara con paseantes, ciclistas y corredores. Que me sorprendieron por dos razones. La primera por ver más mujeres que hombres trotando por el monte. Y la segunda porque me crucé a muchos por zonas realmente agrestes y complicadas (como los senderos encajonados que bajan desde el mirador).
A pesar de las subidas, esta vez terminé mejor que el día de Las Matas. Pero creo que para este tipo de salidas (más largas y empinadas de lo normal) voy a tener que llevar un poco más de combustible en la caldera.
20,31 km (12,62 millas)
652 m
2h 24 min (8,46 Km/h)
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