No sé si llamarlo veranillo de San Miguel (un poco tardío), de San Martín (un poco pronto), del membrillo o del indio. Pero el caso es que estamos disfrutando de un tiempo magnífico, con cielos despejados, temperaturas muy altas para la estación y una brisilla cálida que invita sentarse en una terracita a disfrutar del sol. O a salir corriendo.
En este caso el recorrido fue por el palacio del Pendolero, ya que quería ver cómo estaba el campo en la zona del arroyo de Trofa. Y además, no tenía mucho tiempo si quería comer a una hora más o menos decente.
El sol del mediodía invitaba a correr sin camiseta. Y quizás ese fue el problema. No lo de la camiseta, que en el fondo sólo me la quito en soledad para evitar exponer mis lorzas en público. No, el problema de verdad fue el calor. Y correr con el estómago casi vacio. Como si fuera un principiante.
Así que me tocó arrastrarme malamente los últimos kilómetros. Haciendo carreras de caracol (de esas de las que gana el que va más despacio). Y llegar a casa reseco y agotado. Pero feliz de haber podido disfrutar de un día magnífico y de un veranillo que la experiencia nos dice que no durará mucho.
16,46 km (10,23 millas)
407 m
1h 46 min (9,32 Km/h)
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