Un fin de semana tormentoso ha dejado el campo perfecto para disfrutar corriendo. Con el ambiente fresquito, el aire humedo y los caminos lavados y esponjosos, pero sin barro. Tiene que llover todavía mucho para que los arroyos vuelvan a tener agua y para que se formen charcos, pero por algo se empieza.
Aunque parece largo, este es un recorrido casi llano para lo que es Hoyo. Sigue siendo un continuo sube y baja, pero al menos con poco desnivel. Así que se puede coger un ritmo más o menos continuo, lo que se agradece a veces.
Después de las tormentas, el campo estaba lleno de moscas, mosquitas y bichos alados varios. Además, a lo largo del recorrido fui levantando muchas perdices. Algunas, tras alzar el vuelo dos o tres veces, terminaban apeonando para esconderse entre las jaras. Y me acordaba de Miguel Delibes y sus libros de caza, en los que menciona en alguna parte que, después de tres vuelos, la perdiz termina tan cansada que hay algunos que han llegado a cogerlas a mano.
21,36 km (13,27 millas)
458 m
2h 12 min (9,71 Km/h)
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