En abril, aguas mil. Y ayer mientras corría me cayeron unas cuantas aguas de ese millar primaveral que nos va a dejar el campo cuajado de flores. Un verdadero placer. Porque cuando no hace frío, a veces apetece de verdad que nos pille una de estas tormentas.
El recorrido, para variar, fue un continuo sube y baja. Desde Torrelodones hasta el canto del Pico, luego otra vez descenso hacía los Peñascales y, para terminar, una cuestecilla siguiendo el arroyo de Trofa hacía Hoyo.
Un paseo perfecto y cortito para admirar el atardecer en solitario. Por senderillos medio comidos ya por las hierbas desbocadas. Y con algún tramo nuevo campo a través. Disfrutando como un niño mientras chapoteaba entre charcos y barro.
1h 41 min
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