Cuando las cosas no van bien corriendo, a veces cuesta ponerse las zapatillas y volver a probar. Por eso, después de las últimas salidas tan desastrosas, pensaba que iba a seguir sufriendo y arrastrándome. Pero no. Esta vez he disfrutado de nuevo corriendo.
Así que ya sólo me queda pensar que lo mío depende de la conjunción de los planetas. O, más probablemente, del calor que haga. Ni la hora del día, ni el alimento, ni las ganas de salir trotando parece que importen tanto como lo que marque el termómetro.
En cualquier caso, y sea lo que sea, lo cierto es que al ver que todo iba bien, me animé a subir a lo alto de la sierra de Hoyo. Aprovechando además que la lluvia iba a tardar todavía unas horas en llegar (a pesar de que los cielos empezaba ya a estar cargados de nubes).
Durante el recorrido vi que había narcisos de roca (que en las partes bajas del valle ya florecen desde hace una o dos semanas). E incluso alguna jara perdida abría también sus flores. Da gusto disfrutar de la primavera, sobre todo si el cuerpo vuelve a tener alegría para aguantar el trote.
2h 17 min
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