Vuelta a la normalidad después de unos días de escapada por el sur. Y aprovechando un día perfecto para correr un poco por la tarde, antes de que lleguen las lluvias y el frío anunciados (tan sólo hay que fijarse en esos cirros para saber que en menos de 24 horas el cielo va a estar nublado).
El recorrido ha sido uno de los clásicos. Más que nada para ver cómo andaba todo. La primavera avanza en estas fechas de minuto en minuto, y apetece descubrir las flores nuevas que se van abriendo. O disfrutar del canto de miles de pajarillos que empiezan a construir sus casas.
Por lo demás, el trote fue muy cansino. Y ya no vale la excusa de que después de comer se corre peor. Aunque como la velocidad es casi nula, por lo menos me puedo concentrar en el ritmo. Ya casi parezco una muñeca de Famosa.
1h 30 min
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