viernes, 27 de enero de 2017

La nieve

Esta semana se ha ido el frío de verdad, y tan sólo nos ha quedado un frío flojo y blandito. Lo justo para recordarnos que estamos en invierno. Con heladas nocturnas, que han estado pintando el campo de escarcha hasta que los dedos del sol la tocaban. Y con días soleados, que templaban el ambiente. Al menos hasta que hoy nos ha visitado la nieve.

Porque, más allá de lo que marque el termómetro, no hay nada más invernal que ver todo el campo escondido por un manto blanco. Aunque cubra sólo un centímetro y dure un par de horas, si nieva parece que el invierno ya ha cumplido con su deber.

Y lo cierto es que echaba de menos correr por el monte nevado. Cuando los senderos desaparecen y hay que trotar como si fuéramos pisando uvas. Cuando cualquier paisaje se convierte en un cuadro. Cuando la felicidad es hundirse en la nieve. Y volver luego con las manos congeladas para disfrutar de una ducha de agua caliente, de una manta y un buen libro.

No son momentos para mejorar la velocidad, ni la técnica, precisamente. Sino para disfrutar realmente de una estación cada vez más efímera. Y para hacer esas fotos que nos recordarán en unos años un tiempo que va a acabar.








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