Tenía ganas de volver a correr por la Pedriza, uno de los rincones más especiales de la sierra de Guadarrama. Un lugar en el que, a pesar de que no hay grandes montañas ni bosques cerrados, el paisaje nos recuerda en cada recodo del camino nuestra propia insignificancia.
Un verdadero laberinto de peñas, rocas y jaras en el que es fácil perderse. Y en el que esto de correr a veces pierde todo su sentido. Sobre todo cuando tenemos que arrastrarnos en medio de las matas o nos toca trepar entre las piedras.
Por eso, siempre que voy a trotar por la Pedriza acabo reventado. Y los recorridos que sobre el mapa parece que van a ser rapiditos y sencillos terminan complicándose. Así que lo mejor cuando nos liamos es tomárnoslo con calma, disfrutar de la magia del paisaje y saber ser flexibles. Be water, my friend.
La idea original era subir al collado de la Ventana y dar la vuelta al circo de la Pedriza Posterior. Pero la realidad me ha impuesto otro recorrido. Para empezar, porque no he sabido encontrar el camino del collado.
Y luego, porque he seguido senderillos de cabra que me han perdido sin remedio entre los berrocales de la Pedriza Anterior. Para cuando he decidido desandar lo andado en ese gran laberinto, apenas me quedaba tiempo para dar una pequeña vuelta por un ramal del GR10.
Al menos he podido disfrutar de la soledad de la mañana, tan solo puntuada por los rebaños de cabras monteses. Bichos que cada vez tienen menos de montés y más de animal de compañía. Aunque, eso sí, le dan una nota simpática al paisaje.
2h 27 min
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