Lo bueno de salir a correr al atardecer es que puedes ver cómo el sol abandona poco a poco el campo dejando sitio a la oscuridad. Lo malo es que mi cuerpo a esas horas no está para muchas alegrías.
Todos tenemos una hora del día en la que las piernas responden, los pulmones funcionan mejor y los planetas se alinean. Trotar a esas horas es una verdadera delicia.
En mi caso, ese momento es mañanero. Y cuanto más temprano, mejor. Por eso, las salidas vespertinas las sufro más que las disfruto. Al menos desde el punto de vista físico. Porque aunque sea al trote cochinero, al menos me permiten disfrutar del paisaje de forma diferente.
1h 27 min
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