Machado lo decía de forma figurada, pero lo cierto es que en sólo dos meses de primavera en la que hemos estado ausentes del campo, la naturaleza ha borrado algunas de las huellas que sigo cuando salgo a correr.
No es que hayan desaparecido los caminos, ni los senderos más grandes. Pero las matas y las hierbas difuminan ahora esos pequeños senderillos que serpentean entre jaras y rocas. Mis favoritos, porque me permiten sumergirme de verdad en el campo sin terminar con las piernas destrozadas.
Comenta Robert Moor en su libro que los caminos son como seres vivos, y evolucionan al ritmo de los animales que los utilizamos y de los azares de la naturaleza. Así que estos días avanzo a veces con dificultad por mis senderos de antaño, tratando de correr con cuidado para no dejar huellas de mi paso en este campo asilvestrado.
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