Los Juegos Olímpicos de Amsterdam (1928), los octavos de la era moderna, fueron los primeros en incluir pruebas femeninas en atletismo. Sin embargo, durante mucho tiempo el maratón lo siguieron corriendo sólo los hombres. Y es precisamente esta carrera, que se disputó un ventoso 5 de agosto, la que narra Nicolas Debon, centrándose en la figura de uno de los corredores: Boughera El Ouafi.
A pesar de haber nacido en Argelia, El Ouafi corría defendiendo los colores de Francia, ya que entonces el país africano era un territorio colonial. En Amsterdam no era un absoluto desconocido, ya que había terminado séptimo en los juegos anteriores celebrados en París, pero desde luego tampoco era uno de los favoritos.
Así comienza este cómic, tebeo o novela gráfica (como se quiera clasificar). Un libro que destaca por la belleza de los dibujos y por el tratamiento del color. Los árboles inclinados nos hacen sentir el vendaval que soplaba aquel lejano día. Los abrigos que llevan los espectadores reflejan lo poco que calienta el sol veraniego en los Países Bajos. Y la gama de ocres y las suaves pinceladas de azul nos trasladan mejor a una época lejana de la que sólo nos quedan imágenes en blanco y negro.
Un precioso libro con el que Debon hace un homenaje a una figura olvidada del deporte, incluso en Francia. Tanto es así que cuando muchos años más tarde Alain Mimoun (otro argelino que también corrió maratones con la camiseta azul) ganó la prueba en los Juegos Olímpicos de Melbourne (1956) ya nadie sabía qué había sido de Boughera El Ouafi.
Un libro para disfrutar con sus dibujos y para refrescarnos la historia del atletismo heroico de principios del siglo XX, cuando no sólo nadie se hacía rico corriendo, sino que además estaba expresamente prohibido que alguien pudiera llegar a vivir de ello.
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