Hay veces en las que los astros se alinean y las cosas salen mejor de lo que uno piensa. Y en esta salida lo cierto es que he terminado muy contento de cómo me han respondido las piernas. Sobre todo teniendo en cuenta el estado del tiempo y que me he perdido como un pardillo, terminando con una vuelta mucho más largo de lo esperado.
Hace unas semanas, cuando el viento soplaba a lo bestia, pedía que vinieran días de calma y lluvia, para remojar la tierra reseca que nos había dejado el final del otoño. Y parece que los dioses me han castigado escuchando mis plegarias. Así que a pesar de que los cielos pingaban, he salido a trotar un rato sin rechistar por el tiempo.
La idea inicial era dar esa vuelta al pueblo que quedó interrumpida en la última intentona. Pero al llegar a la parte alta del camino de las Viñas el cuerpo me ha pedido subir hasta la sierra, por aquello de volver a sentir montañas bajo mis pies.
La subida ha sido difícil, ya que la lluvia dejaba el suelo resbaladizo y las lanchas de piedra convertidas en pistas de patinaje. Para colmo, al llegar a las peñas de la cima, la niebla y el laberinto de roquedales me han jugado una mala pasada y he terminado por despistarme del todo.
Con la idea de empezar ya la vuelta a casa he aprovechado una trocha para iniciar la bajada. Todo iba bien, hasta que de pronto me he encontrado con un camino que no conocía de nada. Como en cualquier caso iba en mi dirección lo he comenzado a seguir. Y a seguir. Y a seguir... hasta que de pronto un hueco entre las nubes me ha permitido ver que estaba en la parte norte de la sierra, en vez de en la sur.
Así que no sólo me había despistado al iniciar la bajada por el lado equivocado de la sierra, sino que además me había metido de lleno en medio del campo militar. A estas alturas, y para no perderme de nuevo, no quedaba otra que terminar el recorrido saliendo por la puerta de la academia de ingenieros.
Lo bueno es que el camino primero, y la pista después, no suponían ningún problema, más allá de tener que dar explicaciones si me encontraba con algún militar. Bueno, eso y que todavía estaba muy lejos de casa.
El caso es que he terminado la pista del campamento sin ver a nadie, y luego he tomado la directa volviendo por senderos ya conocidos. Así que al final todo se ha quedado en un pequeño despiste sin importancia. Una salida para no repetir, pero de la que he terminado contento y cansado.
2h 27 min
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