Después de llevar tantos años corriendo por Hoyo a veces es difícil encontrar recorridos medio olvidados. Sitios nuevos ya es imposible, porque a estas alturas he repasado todos los senderos y caminos del municipio. O he trotado campo a través por las zonas más asilvestradas.
Una de los lugares que tengo más dejados son las orillas del arroyo de Manina, junto con su afluente el Valgrande. Un sitio alejado, difícil de llegar y no especialmente bonito, pero que me permite observar cuando paso por allí las chumberas de Hoyo.
Plantas poco agradecidas, un poco alienígenas y no muy dadas al abrazo cariñoso. Pero que destacan por ser peculiares en estas región de clima continental. Por eso se arraciman en una ladera soleada de orientación sur, protegidas de los fríos invernales (al menos de los de antaño) en este vallecillo recóndito. Una curiosidad que a veces me sirve de excusa para llegarme hasta allí.
1h 49 min
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