Últimamente estoy optando por recorridos poco espectaculares, por aquello de volver a pasar por los senderos de antaño. Me puede más comprobar cómo han ido cambiando las cosas, aunque sea en sitios que no despierten la admiración ni de propios ni de extraños.
En este caso he bajado trotando desde Hoyo a Torrelodones para darle la vuelta al canto del Pico. Un recorrido que cruza por paisajes de monte bajo, parque urbano y una parte del sendero pegada a la carretera que une los dos pueblos. Nada del otro mundo.
Pero son escenarios que, con la mirada del que los ha transitado mucho, trasmiten hasta cariño. Son como esos alimentos que, al haberlos comido en nuestra infancia, nuestra memoria les asigna en nuestra cabeza todo tipo de virtudes organolépticas. Y a veces nos llevan a preferir eventualmente un Colajet a un Magnum.
1h 57 min
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