O como pasárselo bien en los entrenamientos. Al menos esa era la idea.
Romper la rigidez de las series y dejarlas a gusto de cada cual (más o menos).
Una forma de entrenar sin hacerlo.
El inventor de esta técnica fue Gösta Holmér. En 1930, cuando se
encontraba entrenando al equipo sueco de campo a través, quiso aligerar un poco
la presión del sistema oficial. Y vaya si lo consiguió.
El objetivo es alternar momentos de velocidad con otros de resistencia.
Por un lado acostumbrar al cuerpo a realizar aceleraciones repentinas y por
otro permitir una recuperación más rápida. Aeróbico y anaeróbico, vaya. Pero
como si fuera un juego.
Y lo cierto es que el fartlek funciona sobre todo por su faceta más
psicológica. Cuando nos hartamos de algo, solemos hacerlo peor. Y al entrenar
es fácil hartarse. Al menos eso es lo que me pasaba a mí.
Así que nada mejor que unas sesiones de fartlek para no perder la
pasión de seguir corriendo. Y al hacerlo así el cuerpo suele terminar
respondiendo mejor. No es ningún misterio. Haz lo que sea con ganas y seguro
que lo harás mejor.
Incluso hoy, cuando lo último que me planteo es entrenar nada de nada,
todavía sigo divirtiéndome con el fartlek. Para evitar la rutina trato de
descubrir constantemente nuevos caminos, suelo alternar los recorridos viejos,
o doy la vuelta y los recorro en sentido contrario (algo muy aconsejable)… y
hago fartlek.
Pero no con las tablas que suelen verse por ahí, y que incumplen en
gran parte el objetivo del juego. Yo prefiero seguir el espíritu original de la
idea. Hasta aquella piedra a toda velocidad y luego un ratito al trote. Hasta
aquel árbol dándolo todo y después más flojo. Apretando en la cuesta y
relajándome bajando.
Y así hasta que el cuerpo aguante. Que en mi caso es poco.
No hay comentarios :
Publicar un comentario