Lo malo de salir tan tarde a correr, es que a veces te cuesta encontrar
las ganas. Y el viernes pasado, según llegaba el momento de salir, la pereza me
iba dominando el ánimo. Pero como ya estaba vestido (y tampoco me iba a quedar sentado
en el coche durante todo el entrenamiento de mi hija) el caso es que al final me
lance a la aventura.
Al poco de llevar un rato trotando, le fui cogiendo el gusto y me puse
a disfrutar de la noche. Como había lloviznado y se estaba levantando viento
fuerte, llevaba puesto demasiada ropa. Así que según avanzaba, tuve que guardar
el gorro, la máscara y los guantes en los bolsillos del chubasquero (que
tampoco me hizo demasiada falta).
Para variar un poco el recorrido (que esto de hacer siempre lo mismo
tampoco me divierte mucho) lo hice en sentido contrario. El viento era fuerte
en la zona de la presa del Gasco, pero luego, al meterme por el sendero que
bordea el canal, los arbustos me sirvieron de pantalla.
Esta zona del camino corre por encima del cauce del canal, que en época
de lluvias vuelve a dar sentido a su nombre. Como había suficiente luz pude
correr sin frontal, lo que te obliga a ir un poco más lento (por si las
moscas). Pero lo bueno es que disfrutas realmente del paisaje.
Así pude ver un par de jabalíes trotando en las vaguadas del canal. Y
una perdiz solitaria me saltó al paso en la subida hacia Torrelodones.
14,00 km (8,70 millas)
411 m
1h 37 min (8,56 Km/h)
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