No puedo correr en plena digestión. Vale que las Navidades me han
dejado con más cuerpo y menos forma. Vale que de noche se corre más despacio
(por eso de no esmoñarse). Vale que me falta entrenamiento. Pero la sensación
de correr sin fuerzas y con todo el cuerpo centrado en digerir la cena no es
lo mejor para trotar a un ritmo que pueda llamarse carrera.
Hacía tiempo que no tenía sensaciones tan malas al correr. Y eso que la
noche estaba preciosa. Y sin frío. La Luna iluminaba con luz suficiente para
correr sin frontal, pero de todas formas lo llevé siempre encendido porque iba
corriendo como si fuera sonado. Lo único bueno de ir así es pensar que ya no se
puede ir peor. Veremos.
Del paseo, además de la flojera, me quedo con Orión brillando en el cielo.
Y con lo bien que se nota al correr en noches sin viento la diferencia de
temperatura entre unas zonas y otras. En las vaguadas, cerca del agua, el
termómetro debía de bajar varios grados comparado con las zonas más protegidas.
10,90 Km (6,77 millas)
265 m
1h 13 min (8,96 Km/h)
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