martes, 15 de marzo de 2016

Abantos

Las diez primeras zancadas que damos cuando nos ponemos a correr nos dicen cómo van a ir el resto. Y hoy, en cuanto he comenzado a trotar por las laderas del monte Abantos, ya he sabido que la cosa iba a ser lenta. Una vez más.

Cansado, dolorido y con todo el cuerpo quejumbroso. La única forma de sacar partido a la mañana ha sido tomármelo con tranquilidad. Y plantearme la subida directa para poder relajarme luego bajando por el camino largo.

Lo malo de ese recorrido es que la cima del monte se hace muy cuesta arriba (en sentido real y figurado). De hecho, los últimos metros hay que ponerse a trepar. Pero lo bueno es que luego se pueden soltar las piernas por la pista que serpentea en las laderas de Cuelgamuros.

En cualquier caso, lo mejor de correr despacito por el campo es que nos da más tiempo a fijarnos en el paisaje. O en los pajarillos que están ya enloquecidos con la primavera. Hoy, por ejemplo, he visto de todo: ratoneros, buitres, azores, rabilargos, arrendajos, palomas torcaces, escribanos, colirrojos, agateadores, picos picapinos, carboneros...

2h 38 min

No hay comentarios :

Publicar un comentario