Hay días en los que parece que no se nos va a acabar nunca la cuerda, y otros en los que la gasolina nos llega justita para terminar de correr. Y hoy ha sido uno de esos días. Porque aunque he empezado con paso alegre y saltarín, al final he terminado realmente cansado.
Pero ha merecido la pena, porque el día estaba soleado y frío. Con viento del norte que traía de vez en cuando algo nieve. Y una luz azul perfecta para ir despidiendo ya el invierno flojo que nos ha tocado este año.
Los narcisos pálidos, que empezaron a surgir hace un par de semanas, ya están en todo su esplendor por la zona de Torrelodones. Y numerosas florecillas silvestres le están haciendo compañía. Hasta el verde de la hierba está cambiando de color, cogiendo ese tono brillante que anuncia el principio de la primavera.
Así que, si tienen que tocarme más días de flojera renqueante, que sean como estos. Que al menos te dejan una sonrisa en la boca.
2h 01 min
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