Hacía mucho tiempo que no bajaba hasta el Manzanares para correr por los senderos que siguen al río cuando se encajona al atravesar la falla de Torrelodones. Dejando el breve tramo de su cabecera, esta es la zona más bonita de un riachuelo que se hace tristemente famoso aguas abajo, cuando llega a la capital, por la polución de sus aguas.
Realmente, el tramo de los tres puentes (el del Batán, el del Grajal y el de la Marmota) es una zona asilvestrada, en la que el río puede correr a sus anchas. Sus aguas ya no bajan limpias, sobre después de pasar la depuradora de Colmenar Viejo. Pero la belleza del paisaje y las vistas merecen la pena.
A simple vista, el recorrido parece facilito. En teoría una larga bajada acompañando al Manzanares. Y una ligera cuesta al final para recuperar la altura perdida. Pero lo cierto es que la cosa engaña, porque el sendero es un verdadero rompepiernas.
Así que, una vez más, terminé a rastras. Con los muslos de gelatina y los gemelos pidiendo compasión. Pero contento y feliz por haber vuelto a disfrutar en soledad de unos paisajes que redimen a un río de tan mala fama.
2h 52 min
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