martes, 17 de noviembre de 2020

Toda una vida


El otro día me di cuenta de que llevo ya ocho años escribiendo este blog. Por un lado, y a estas alturas de la vida, no parece mucho. Pero lo cierto es que para mí es una eternidad. Dicen que el cuerpo regenera casi todas sus células cada ocho años, así que no es tan raro pensar que ahora soy otra persona distinta.

Repasar lo que he escrito durante este tiempo es como ver mi vida a la carrera. O mejor, como si fueran esas otras vidas pasadas que en las religiones orientales giran como las ruedas. En estos años han aparecido y desaparecido muchas cosas. Y otras han cambiado. Algunos de los libros que he ido leyendo, y de los que he hablado aquí, ya casi se han borrado de mi memoria. Mejor aguantan los recorridos por los que he trotado. Quizás escribir sobre ellos y ver las fotos que hice haya servido para que se me queden mejor grabados.

La experiencia del blog ha sido desde el principio muy parecida a la de un diario personal. A veces me ha servido para experimentar con las redes sociales o con la comunidad de corredores online, pero en general ha tenido sobre todo un fin autosuficiente.

Durante estos años mi físico ha sufrido también el paso de las estaciones. La poca velocidad que algún día tuve ya no me acompaña. Sin embargo, aunque parezca raro, eso ha sido realmente una liberación. Ahora puedo correr sin mirar el reloj ni calcular la distancia o el desnivel. Los tiempos que apunto me sirven ya sólo de referencia para saber cuánto me va a llevar terminar un recorrido que hice en su momento; añadiendo un puñado de minutos más por si acaso.

Respecto a mis opiniones, la verdad es que no han cambiado mucho. Sigo disfrutando de correr por el placer de hacerlo, sin competir, sin participar en carreras organizadas, sin seguir tablas de entrenamiento... Todavía soy de la escuela minimalista y frugal respecto al material que uso. Creo en el espíritu deportivo más básico, por lo que para mí las ayudas técnicas no dejan de ser un tipo de dopaje. Critico igual lo que se meten algunos en vena que lo que calzan otros, aunque sea teóricamente legal.

Y el campo! Qué pena me siguen dando los que corren por asfalto teniendo casi siempre algo o mucho de campo a su alcance. Todavía hoy, sólo corro por el monte. Con menos montañas en mis piernas estos días, pero con las mismas ganas de siempre de seguir trepando por ellas. Y disfrutando del paisaje al alba.

Puede que dentro de otros ocho años, en otra vida nueva, mi yo del futuro siga dejando constancia de cómo van cambiando las estaciones. De lo bonito que está el cielo con nubes. De cómo huele el campo en primavera... Y, sobre todo, de los paisajes por los que seguirá trotando. Que así sea.

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