El otro día estuve corriendo por el único sitio que conozco de Hoyo (realmente de toda la sierra) en el que crecen chumberas silvestres. Una especie que vino de Norteamérica a España hace siglos con la intención de producir colorante rojo (fabricado con las cochinillas que viven de este tipo de cactus, y que se esconde detrás del E-120 en algunos alimentos).
Es habitual verlas en Andalucía. Y también crecen en Extremadura, en la costa Mediterránea y en las islas Canarias y Baleares. Pero no es tan fácil encontrarlas en Castilla. Quizás esta población de Hoyo provenga de ejemplares plantados en algún jardín. Y puede que el ser una población totalmente aislada la haya mantenido ajena a las plagas que han acabado con muchas de las chumberas del sur.
El caso es que nunca las había pillado con los frutos maduros. Así que he aprovechado la ocasión para comerme un higo chumbo, dulce y caliente por el sol. Al no tener pinchos, lo he podido pelar directamente con los dedos. Aunque he terminado con las manos tan rojas que parecía que había matado a alguien.
Las chumberas están catalogadas por el Ministerio del Medio Ambiente como especie invasora. El peligro que suponen es que compiten y con la vegetación autóctona y pueden acabar con otras plantas. Pero en este caso los ejemplares parecen haberse integrado discretamente sin crear demasiados problemas. Y además nos ofrecen de vez en cuando la oportunidad de hacer una parada mientras corremos para disfrutar de sus frutos. Lo que siempre se agradece.
1h 53 min
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