Estos días, las únicas fotos que puedo hacer mientras corro son las del horizonte cuando empieza a iluminarse con las primeras luces del alba, antes de que amanezca. No voy a ganar ningún premio precisamente con ellas, pero al fin y al cabo son sólo para recordar mejor lo que me rodea cuando corro. Y si ahora lo hago en la oscuridad, está bien que quede también reflejada.
La famosa frase de que una imagen vale más que mil palabras no suele ser casi nunca cierta cuando hay que explicar algo. Pero al menos las fotos sí que nos ayudan a refrescar nuestro pasado. A mí, por ejemplo, me permiten revivir recorridos que hice hace años. Al verlas surgen de nuevo los senderos por los que pasé, las luces, los olores y hasta el sudor y el cansancio.
Por eso, poder grabar únicamente en la cámara tan sólo los últimos instantes de cada salida, hará que dentro de unos años todas las carreras de los últimos días se fundan en mi memoria como si fueran un único recorrido, realizado siempre a oscuras. Correr sin luz tiene su encanto, pero habrá un agujero cuando trate de recordar mi pasado.
No hay comentarios :
Publicar un comentario