Cuando un gran corredor escribe un libro suele hablar de sus éxitos, de sus medallas o de sus récords. En el fondo, es la razón por lo que se han hecho famosos y por la que la gente va a comprar, precisamente, ese libro que han escrito.
Por eso sorprende un poco que Emelie Forsberg, una grandísima deportista, mencione tan sólo de pasada sus victorias. Quizás porque para ella lo importante de verdad no es ganar. En su forma de entender la vida, correr y esquiar son tan sólo dos facetas más de todo lo que le gusta. Y hay muchas otras: cultivar ella misma los vegetales que come, practicar yoga, cocinar...
Una vida sencilla y natural. Dos palabras que la definen como persona y como corredora. De hecho, su forma de correr se refleja en su forma de vivir los entrenamientos. Nunca ha seguido un plan ordenado y preciso. Sus entrenamientos son libres, buscando mejorar su rendimiento escuchando lo que le pide su cuerpo.
Lo que siempre me ha fascinado de esta corredora ha sido su sonrisa. Una expresión que refleja, más allá del cansancio lógico de las pruebas en las que participa, lo mucho que está disfrutando de todo lo que sucede a su alrededor. Esa sonrisa es el mejor ejemplo de que eso del "no pain, no gain" no es más que una inmensa chorrada.
Disfrutar de una vida sencilla. Vivir cerca de la naturaleza. Levantarse con ganas de correr o esquiar cada día... Puede que este no sea un gran libro, pero logra transmitir una gran filosofía de vida. Algo mucho más importante que dedicarse a enumerar las medallas que se ha ido colgando como deportista.
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