Este año no podemos quejarnos todavía del frío. Hasta el momento, tan sólo ha helado un par de noches, y aún eso con cierta desgana. El suelo está blando y no cruje bajo nuestros pies. Y cuando resoplo trotando al alba no salen por mi boca pequeñas nubecillas blancas.
Parece que el frío de verdad se va a quedar para el invierno. Aunque ya veremos si no comenzamos el año en camiseta y pantalón corto. Mientras tanto, lo bueno que tienen estas temperaturas tan suaves y otoñales es que la vida sigue en el campo: pájaros cantando al amanecer y algunas flores luciendo sus colores por las esquinas.
Un tiempo perfecto para correr, por lo menos para mi. Tan sólo echo de menos un poco más de agua. Porque las lluvias de octubre se escurrieron en noviembre, y lleva ya varias semanas sin caer chaparrones. Así que los arroyuelos y charcas están ya secos, o escasos de agua. A ver si el invierno, además de frío nos regala una buena temporada de tormentas.
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