Hace poco comentaba que a veces sales a correr un ratito, y el cuerpo te aguanta horas. En otras ocasiones tienes en la cabeza recorridos que se pierden en el horizonte, pero las piernas te dicen que no están para farolillos. Hoy ha sido uno de esos días.
Mi idea de partida era subir despacito hasta lo más alto de la sierra de Hoyo y trotar por la cresta. Pero cuando llevaba ya una hora corriendo, y tocaba decidirme por el camino a seguir, he visto un cartel que avisaba a los senderistas de que en toda esa zona estaba prohibido el paso. Como sé que en esas fincas se llevan a cabo trabajos de reintroducción de rapaces, he optado por volver por el camino de las Viñas, dando la vuelta al pueblo (aunque recortando al final del recorrido).
Pero realmente ha sido una de esas veces en las que agradecemos la escusa que nos obliga a reducir kilómetros, porque en el fondo ya llevaba poca gasolina. Es lo malo de salir sin desayunar, que a la hora y media las fuerzas se van apagando. Tendré que organizarme mejor, aunque me cueste comer a esas horas tan tempraneras.
Por otra parte, a pesar de haber salido al alba me he encontrado con muchos paseantes. Es lo que tienen las fiestas navideñas, que juntan días de holganza con más motivos de lo normal para querer quemar calorías. Bueno, eso y que el campo está realmente bonito con el primer sol de la mañana.
1h 46 min
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