El día no es que invitara a salir a dar una vuelta, lo obligaba a punta de pistola. Después de unos días de lluvias, el sol de otoño hacía brillar la hierba y las hojas amarillas y naranjas de los árboles. Además, soplaba una ligera brisa que realmente se agradecía.
He vuelto a probar en mi campo de juegos particular: el camino que sigue la vía del tren y el canal de agua. Un recorrido prácticamente llano. El único que conozco por los alrededores. Lo hice la primera vez intrigado por ver qué tal se me daba correr fuera de mis habituales rutas rompepiernas. Ahora lo uso casi exclusivamente para recuperarme de lesiones varias o como alternativa rápida en mi vuelta a casa los viernes a mediodía.
He corrido con mucho cuidado, muy lento y disfrutando de la sensación de volver a estar al aire libre. A mitad de camino, un ligero saludo del tendón de las narices me ha decidido a dar la vuelta para evitar males mayores. La idea original era hacer el recorrido corto de 14 kilómetros, pero no estaba la cosa para hacer el tonto. La vuelta la he hecho a ritmo de Chiquito, con momentos en los que iba tan lento que parecía ir hacia atrás.
Al final he llegado bien y con la pierna no demasiado temperamental. Creo que volveré a probar el miércoles.
7,71 Km (4,79 millas)
20 m
47 min (9,84 km/h)
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