Un recorrido cómodo sobre el mapa, ya que tira para abajo o se mantiene llano la mayor parte del tiempo. Sin embargo esta vez se me ha hecho bola. Y es que el calor de estos días no me está dejando correr a gusto. En cuanto la temperatura sube de los treinta, me falta el aire y noto como el cuerpo se me reseca por dentro.
La primera parte fue la más cómoda, ya que pude aprovechar que el sol estaba todavía bajo. De todas formas se nota la falta de agua en el ambiente. Todo está reseco y polvoriento. Tan sólo se ven de vez en cuando unas cuantas hierbas de Santiago verdes y erguidas entra tanta desolación.
Ya sé por qué a esta planta la llaman así. Ahora que está todo el campo agostado (aunque quizás habría que decir ajuliado), la única nota de color son las cabezas amarillas de este tipo de senecio. Su nombre refleja su capacidad de superviviencia en los días más calurosos del año.
Con un trotecillo lento pasé por Torrelodones y bajé hasta la presa del Gasco sin demasiados problemas. Saliendo de la presa, vi un sendero que parecía subir por el lado izquierdo del valle. Como tenía tiempo, decidí seguirlo para ver si terminaba en la parte alta del camino del Pardillo (por el que acababa de pasar). Pero como el trazado no estaba muy marcado y se perdía entre la hierba seca y las peñas, al cabo de un rato me di la vuelta y volví a pillar el camino del canal.
Quedaban tan sólo unos diez kilómetros de trote tranquilo hasta Las Matas siguiendo el canal del Guadarrama. En teoría la parte más fácil del recorrido. Pero a pesar de que las piernas estaban con fuerzas, el sol quemaba ya la espalda. Así que me lo tome con calma. Ya llegará el otoño para poder correr con ganas.
23,51 km (14,61 millas)
329 m
2h 35 min (9,10 Km/h)
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