Normalmente, después de estar tres o cuatro días sin correr, suelo ir más rápido. No sé si porque los músculos descansan, porque las articulaciones se recuperan o porque lo cojo con más ganas. Pero lo cierto es que ayer salí con cuerpo de perro.
Notaba las piernas cansadas, y la respiración tampoco era impecable. Así que una vez más me lo tomé con calma y filosofía. Ya que estaba resignado a no salir volando, por lo menos podría disfrutar del paisaje.
Con las últimas tormentas ya olvidadas, el campo ha recuperado rápidamente el aspecto propio de la estación. Todavía no hace demasiado calor (no podemos quejarnos), pero el ambiente está reseco y polvoriento.
Por lo menos, el camino que rodea el pueblo estaba ya a la sombra. El Picazo y la Tortuga cubren rápidamente el sol en cuanto empieza a ponerse, y así el recorrido permite disfrutar de las mejores vistas sin tener que sufrir demasiado. Y además, en compañía de varios conejillos que corrieron con desgana a esconderse al verme llegar.
15,00 km (9,32 millas)
366 m
1h 35 min (9,47 Km/h)
No hay comentarios :
Publicar un comentario