Esta noche han vuelto las tormentas, pero cuando hice este recorrido hace un par de días todavía estábamos de secano. Llevaba un tiempo sin llover, aunque por lo menos las nubes habían estado tapando un poco el Sol los últimos días, sobre todo por las tardes. Así que estamos teniendo un principio de verano bastante llevadero. Y además las nubes vespertinas han convertido el cielo en un verdadero espectáculo de luz (y, a veces, de sonido).
El martes, por ejemplo, pude correr debajo de un campo de nubes con forma de olas de tormenta marina. Otras veces parecen rebaños lanudos, o nubes de algodón cargadas de lluvia. O velos sutiles teñidos de rosa y naranja.
El caso es que con, el campo reseco y la falta de bichos, a veces corro mirando más hacia arriba que al camino. Y eso que el otro día por lo menos vi un conejillo disfrutando de la puesta de sol entre unas matas. Porque lo único que parece vivo en estas fechas son los millones de hormigas que cruzan en hilera los senderos de Hoyo.
Al final fue un recorrido entretenido, pese a que iba con las piernas cansadas, el cuerpo flojo y la tripa llena. Porque lo mejor cuando sales sabiendo que no vas a volar es disfrutar del camino.
12,02 km (7,47 millas)
231 m
1h 17 min (9,37 Km/h)
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