Para un día en que baja la temperatura había que aprovecharlo. Así que he salido pronto (que ya no dura tanto la luz) y he dado una vez más la vuelta al pueblo. Disfrutando del anochecer mientras una luz anaranjada se escurría por las faldas de la sierra de Hoyo.
Entre que el calor nos ha dado un breve respiro y que iba con el estómago vacio he podido correr más ligero de lo normal. Lo bueno es que por momentos me parecía que volaba sobre las piedras del camino. Lo malo es que, a pesar de haber ido rápido para lo que yo suelo correr, la velocidad objetiva sigue siendo lamentable.
Pero lo importante de verdad es disfrutar de la carrera, del campo y del paisaje. Y desde luego ha merecido la pena. Aunque supongo que la próxima vez cambiaré un poco el decorado, porque no conviene abusar. Que al final se corre el riesgo de que los mejores paisajes pierdan su brillo cuando se hunden en la rutina.
15,19 km (9,44 millas)
366 m
1h 27 min (10,48 Km/h)
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