Llevo unos cuantos años correteando exporadicamente por Cantabria. Y en este tiempo he visto como los paisanos pasaban de mirarme como si fuera un bicho raro (porque lo era) a no levantar la mirada siquiera cuando pasaba. Sobre todo este año, en el que me he cruzado por primera vez con todo tipo de gente corriendo. Niños, chicas, hombretones, mujeres... ¡Si es que ya somos una plaga! Pero ¿qué es lo mejor y lo peor de correr por esta tierras?
Quizás lo mejor de correr por los montes de Santander sea el paisaje. Al menos para los que preferimos llenarnos los ojos de verde. Personalmente he disfrutado mucho corriendo por los cerros pelados y desérticos de Almeria. O por algunas quebradas castellanas. Pero nada iguala la experiencia de subir y bajar entre prados y bosques.
En cuanto al tiempo, la lluvia y la niebla nos va a acompañar cada dos por tres. Y eso puede ser bueno o malo, dependiendo de los gustos de cada uno. A mí me va bien. Lo mismo que la humedad que se respira (y transpira). No hace nunca demasiado frío ni calor, pero rara es la vez que terminaremos secos.
Y hablando del agua, lo que hay que tener también en cuenta es que no conviene beber de ningún río ni arroyo. La gran cantidad de ganado y el excesivo uso de fertilizantes para los prados no nos aseguran la potabilidad de las aguas de escorrentía. Al menos suele haber fuentes en casi todos los pueblos (sobre todo cerca de los parques infantiles).
Lo peor, en mi opinión, es que el campo está demasiado humanizado. Apenas quedan senderos silvestres. Y los paisanos usan en ocasiones los pocos que quedan para tirar la basura. Por otra parte, la opción de correr monte a través hay que descartarla. Árboles y arbustos de todo tipo (sobre todo zarzas y tojo) convierten cualquier salida del sendero en una tortura.
En las zonas más agreste de las montañas, todavía quedan algunos caminos largos sin asfaltar. Pero son la excepción. Así que hay que ir mentalizado, sabiendo que tendremos que pisar cemento y alquitrán casi todo el rato.
Por otra parte, otra cosa que abunda en pueblos y caserios son los perros, tanto en su versión diminuta y chillona como en formato mastín sanguinario. Y como algunos paisanos no juntan dos neuronas entre toda la familia, muchos los dejan sueltos. Por eso conviene ir siempre muy atentos.
En definitiva, quizás Santander no sea mi región favorita para correr, pero se le acerca bastante.
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