Hay días en los que te quedas sin fuerzas. A veces es porque hace calor. O por salir sin suficiente gasolina. O por el cansancio. Pero lo peor es que hay días en los que se junta todo.
Y el caso es que cuando comencé el recorrido me notaba bien. Incluso cogí la primera subida con paso alegre y saltarín (dentro de lo relativo). Pero luego la cosa fue degenerando. La segunda subida me la tomé con más calma. Y para la tercera y última, tan sólo me quedaban las fuerzas justas para arrastrarme malamente.
Por lo demás, el recorrido no tuvo sorpresas. El campo seco, pocos bichos y algún paseante tardío. Lo cierto es que tengo ganas de que llueva. De que lleguen esas tormentas típicas del verano, con nubarrones bien cargados. Y correr luego esquivando charcos. Aunque creo que la lluvia se va a hacer esperar este año.
15,19 km (9,44 millas)
366 m
1h 32 min (9,91 Km/h)
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