Nueva subida hasta los pozos de Noja, con la intención de atravesar la sierra de Somo y bajar hasta las orillas del Miera por el pueblecito de Mirones.
En teoría, el recorrido es más directo y corto que seguir la pista que termina en Rubalcaba. Pero en estas tierras, la teoría no casa con la realidad casi nunca.
Para empezar a coger ritmo, el camino empieza en el eucaliptal por el que llevo corriendo un par de semanas. Un principio sin sorpreas, aunque este vez me he cruzado en el bosque con un corzo asustadizo (como todos los corzos) y con otro corredor que, por la mochila de agua, debía llevar ya un buen rato triscando por ahí.
El recorrido sigue la divisoria de los montes que separan la vega del Miera y la del Pisueña. Y esto permite subir hasta la sierra de Somo sin demasiados esfuerzos. Sobre todo si guardamos fuerzas desde la salida para el tramo final, que es el más empinado.
Una vez arriba, desde los pozos hay que coger una pista que se convierte en sendero a la altura de una cabaña. Lo malo es que el sendero sigue una calleja estrecha llena de barro y piedras redondas y pulidas como dientes viejos. Es una zona en la que, a pesar de que el camino es llano, hay que ir despacio y con mucho tiento.
Tras pasar un collado, el sendero baja ya hacia Mirones entre peñas y prados casi verticales. En esta zona también es imposible ir rápido por el fuerte desnivel y el riesgo de resbalones. Así que al final, la bajada hasta el Miera hay que hacerla mucho más despacito que por el otro camino, por lo que no sirve de nada el atajo.
Aunque las vistas merecen la pena. Sobre todo si el día acompaña y podemos disfrutar de un poco de sol. Y para relajar las piernas, al final tan sólo queda seguir la carretera que baja junto el río desde Mirones.
23,34 km (14,50 millas)
904 m
3h 07 min (7,49 Km/h)
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