Día de niebla y lluvia, en el que apetece quedarse en casa leyendo. O salir a correr por estos montes para disfrutar del paisaje brumoso. Que lo mejor que tiene esta tierra es que nunca hace frío de verdad. Y la lluvia no hace daño a nadie.
Al principio quería hacer un recorrido corto, subiendo hasta la loma que domina el pueblo y bajando luego por el mismo camino. Pero con la lluvia, el sendero estaba demasiado resbaladizo como para trotar cuesta abajo sin hacer patinaje. Así que lo mejor era cambiar el itinerario.
Lo primero era coger la pequeña carreterilla asfaltada que baja hasta la carretera. Desde allí tan sólo me quedaba volver hasta el pueblo y, por eso de conocer nuevos caminos, continuar un poco por otra pista al otro lado del río para seguir luego el senderillo que sube hasta Rucandio.
Esta aldea escondida en medio del bosque, en las faldas de unas colinas calizas que se tiñen de naranja al ponerse el sol, es uno de las más bonitas de la zona. Además, la subida ofrece unas vistas muy buenas al valle de Liérganes y a la zona de los prados que llegan hasta La Cavada.
Al final, tan sólo queda volver subiendo a la sierra de Hermosa. Momento en el que siempre se agradece que se despeje un poco la niebla para poder ver desde lo más alto la bahía de Santander.
20,82 km (12,94 millas)
663 m
2h 16 min (9,19 Km/h)
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